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Emociones en el aula

La escuela secundaria fue una de las etapas que recuerdo con más cariño de mi educación. Fueron muchas experiencias que viví en ese tiempo y que definieron quien soy hoy en día. Y la verdad es que en ese momento empezaba a entender lo que más llamaba mi atención y lo que no lo hacía.

Así como yo empezaba a asimilar cuáles eran mis intereses, mis compañeros también afianzaban sus gustos. A algunos les encantaban las ciencias como la física, y a otros las lenguas extranjeras. 

En la vida, algunas actividades nos van a apasionar y otras… no tanto.

Pero la neurociencia nos promete que si al proceso del aprendizaje le agregamos “emoción”, es posible que terminemos aprendiendo, incluso si en un principio teníamos prejuicios frente al tema en cuestión.

Hay un catedrático que explica muy bien este asunto, el doctor en Medicina y Neurociencia Francisco Mora.

El doctor Mora explica que para aprender “debe existir curiosidad”. 

Darnos cuenta de algo que es diferente, que sobresale, abre las ventanas de atención del cerebro y pone en marcha el aprendizaje.

Por eso es importante aplicar la neuroeducación en el aula. Hay que provocar un estímulo de las áreas neuronales que codifican para la curiosidad.

Él considera a la emoción como “el epicentro de toda enseñanza”. La emoción le da significado a las palabras.

¿Cómo podemos transmitir esta emoción a la hora de enseñar? El doctor Mora dice que la alegría es importante. La alegría despierta la curiosidad, focaliza la atención y ayuda a asociar eventos y sucesos.

El psicólogo Jean Piaget, conocido por su aporte al área educativa, afirmaba que a medida que crecemos vamos desarrollando esquemas de cómo vemos la realidad.

El aprendizaje es la reorganización de la estructura cognitiva y no es innato; se crea con la interacción y los estímulos externos.

No aprendemos solos sino cuando nos relacionamos, debatimos y razonamos con los demás. En esas acciones surge el aprendizaje y ahora sabemos que la emoción es un gatillo que la dispara. 

Quiero finalizar esta nota con un curioso experimento llevado a cabo por un grupo de científicos del Instituto de Investigación Biomédica de Bellvitge (IDIBELL) y de la Universidad de Barcelona (UB).

Durante el estudio, un grupo de voluntarios visualizaron dos categorías de imágenes (objetos y animales), y recibieron una recompensa al ver las imágenes de animales, otorgándole a esas fotos una carga emocional positiva. 

En una segunda sesión, se presentaron otra vez las imágenes de ambas categorías, junto con otras nuevas. A pesar de que no se ofreció ningún tipo de recompensa, los voluntarios recordaban mejor todos los animales, no sólo los presentados en la primera sesión.

La conclusión del estudio fue que los eventos con carga emocional se recordaron mejor.

Ahora que sabemos esto, tenemos la tarea de trazar un plan educativo que lo tome en consideración. ¡Promovamos un cambio que ayude a nuestros alumnos!

Si quieres profundizar más acerca de cómo trabajar emociones en el aula no olvides que tenemos una serie de cursos online en www.directivodocente.com  solicita algún demo a contacto@emprendejoven.cl y te ayudaremos a ser tu mejor versión 😉

Benja Faivovich

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Somos una empresa socialmente responsable que genera experiencias de aprendizaje en personas y organizaciones de todo tipo, con el fin de desarrollar sus habilidades socioemocionales y elevar sus capacidades y potencial al máximo.

 

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